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miércoles, 9 de mayo de 2012

Más allá del alojamiento, ¿hay turismo rural?


                                   Portada del libro

        
Texto del autor del blog, extraído de la publicación "Planificación y gestión del turismo rural. Reflexiones desde la experiencia en Canarias. Federación Canaria de Desarrollo Rural. 2.008.


   



El énfasis especial con que en un primer momento se atendió a la creación de alojamientos derivó en que el resto de iniciativas vinculadas al turismo rural hayan tenido un tratamiento secundario, siendo durante largos años vagamente reconocidas bajo el epígrafe de actividades complementarias al turismo rural.          
Se sabe ya que la rentabilidad de los alojamientos precisa de entornos cuidados, actividades singulares y productos locales de calidad. Sin lo uno, no hay lo otro, y por ello, los esfuerzos públicos inciden más en la búsqueda de competitividad social y económica del territorio en su conjunto, que en simple creación u ocupación de plazas turísticas.
            En este sentido se ha expresado la representación de la Secretaría General de Turismo considerando el turismo rural como aquel que permite el desarrollo de diferentes actividades catalogadas como turismo de naturaleza y turismo cultural en el medio rural. Siendo, por tanto el medio en el que se desarrollan estas actividades su principal característica (Barba Bernabé, G., 2007, p.34)[1]. Así, el emprendedor en turismo rural es tanto el que acondiciona un alojamiento, como el que modela un paisaje, guía una ruta, o prepara una comida.
En Canarias, el modelo de turismo rural que se ha venido planteando, el cliente que se recibe y las respuestas empresariales desplegadas pueden considerarse “de primera generación”.
            Nuestros turistas vienen en principio atraídos por la tranquilidad, para disfrutar de la naturaleza y de la gastronomía, y todo ello a buen precio. Con apenas veinte años de desarrollo, este turismo rural todavía no ha alcanzado su madurez. Nuestra evolución es diferente a la seguida en zonas austriacas de montaña, en Alemania, en Francia,  y últimamente,  en el Norte de España, lugares donde desde hace tiempo se ofertan actividades deportivas y culturales estables y muy tecnificadas (Ejarque, J., 2005, p.128).
            En este sentido, Canarias como destino de turismo rural, cuenta con recursos de diversa índole y equipamientos para fundamentar nuevas actividades. Sin embargo, las actividades empresariales desarrolladas y puestas en el mercado,  responden, dicho de un modo general, a un tipo de producto básico (alojamiento), pasivo y contemplativo (senderos y naturaleza) que es disfrutado por turistas-espectadores cuyo acceso a la mayor parte de equipamientos públicos es gratuito.
            El empleo directo que genera la protección y mantenimiento de la naturaleza y los Espacios Naturales Protegidos, ni proviene del turismo, ni lo genera la iniciativa privada. Se produce, casi exclusivamente, a través de contrataciones generadas en el ámbito de lo público.      
            A pesar de su relativa escasez, con el soporte financiero y en algunos casos la monitorización de diferentes programas, entre los que destacan las diferentes ediciones de la iniciativa LEADER, en los últimos años en diversos puntos del Archipiélago se han creado algunas empresas de pequeño calado, cuya base de trabajo son los recursos naturales y patrimoniales:
·         Empresas en diferentes islas que organizan excursiones y talleres de diversos tipos (senderismo, espeleología, descenso de barrancos, rutas en jeep y buceo).
·         Actividades relacionadas con la promoción y educación ambiental orientadas al público local y al visitante.
·         Centros ecuestres.
·         Explotación privada de ciertos equipamientos públicos (centros de interpretación, museos, etc.)
·         Parques temáticos en la naturaleza y jardines botánicos.
·         Empresas para la observación de la fauna marina.
             En una comparativa nacional referida a creación de empresas vinculadas al aprovechamiento de la naturaleza como recurso de ocio, Canarias ostenta el puesto número 11 entre 17 Comunidades Autónomas. Cuenta tan sólo con 62 empresas, de las cuales el 30% se dedican a la observación de cetáceos (Secretaría General de Turismo, 2004, p.46).
            Entre todas las actividades se habría de destaca el senderismo[2] por valorizar un patrimonio en desuso, por generar impactos mínimos y por contar con una presencia importante en todas las islas.  
El senderismo es la actividad más practicada por los turistas que se alojan en casas y hoteles rurales, pero su potencialidad para generar empleo y empresas locales está todavía insuficientemente aprovechada.
            En La Gomera,  por ejemplo, el senderismo genera una importante actividad económica, que, que sin embargo dista de encontrarse en su máxima utilidad desde una perspectiva endógena del desarrollo local. Las empresas que ofertan y realizan rutas de senderos guiadas son foráneas en más de un 80%, a la vez que menos de un 10% de los trabajadores de estas son profesionales locales. Entre las características de las 45 empresas censadas, que contratan guías para sus rutas, hay que destacar la pequeñez, el hecho de que tan sólo el 22%  tienen sede en La Gomera, y lo que resulta más llamativo, no existe ninguna empresa de capital exclusivamente gomero. Por otra parte, el número de guías de senderismo censado en la isla es de 27 personas, de los que sólo el 16% son españoles y ninguno de ellos gomero (Parque Nacional de Garajonay, 2006).
            La oferta gastronómica ha sido siempre destacada como un elemento de primer orden para el turismo rural; en particular cuando los platos ofertados son tradicionales, sus ingredientes de calidad, y el servicio adecuado. Aún no siempre cumpliéndose esta terna, los restaurantes de la oferta rural canaria generan un grado de satisfacción muy alto, recogido en la mayor parte de las encuestas y que tiene una de sus fortalezas en la favorable relación calidad-precio.
            En otro orden de cosas, y aunque por su carácter no supongan piezas que articulen un modelo de turismo rural de carácter endógeno, es de reseñar la gran importancia que para islas como Tenerife y Gran Canaria han adquirido actividades como la observación de cetáceos, el golf, los parques zoológicos y recreativos, el alquiler de barcos, etc. A modo de ejemplo, la observación de cetáceos en el Sur de Tenerife es el tipo de actividad en la naturaleza que registra mayor número de empresas (30), y sólo en venta de entradas deja unos ingresos directos superiores a los 12,28 millones de euros anuales. (Secretaría General de Turismo, 2004, p.46).
            En el ámbito del turismo rural, el medio natural en Canarias constituye realmente un yacimiento de empleo. Existe un margen, que todavía se entiende amplio, para generar empresas que aprovechen su potencialidad. Sin embargo, el desarrollo de actividades turísticas en la naturaleza aún carece de un desarrollo normativo adecuado. Algo incomprensible para una comunidad con un número importante de empresas de turismo activo, con la Red de Espacios Naturales Protegidos más importante de España, una gran representación en la Red Natura 2000 con 174 Lugares de Interés Comunitarios y 27 Zonas Especiales de Protección de Aves, cuatro Reservas Mundiales de la Biosfera, tres Reservas Marinas, así como ciudades y parques declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La realización y sistematización de inventarios de los recursos, atractivos y lugares de interés, dotados de bases cartográficas de uso digital,  ayudaría a incorporar estos elementos a la oferta de turismo rural.
            También es un reto de la planificación y la ordenación territorial, así como de los organismos de la administración implicados en el desarrollo rural, generar fórmulas, para incentivar la aparición de iniciativas empresariales sostenibles en este campo, como por ejemplo la creación de incentivos económico-fiscales para las actividades turísticas en el entorno rural (Consejería de Turismo y Transportes del Gobierno de Canarias, 2003, p.468).
            Como iniciativa que promueve el uso de un espacio natural como soporte de actividades compatibles con su conservación, interesa exponer a modo de ejemplo, que desde finales de 2005 el Parque Nacional de Garajonay y la Asociación Insular de Desarrollo Rural (AIDER-La Gomera) han diseñado y puesto en funcionamiento una estrategia, orientada a la obtención del reconocimiento de la Carta Europea de Turismo Sostenible (CETS) implantada por la Federación de Parques Naturales y Nacionales de Europa (EUROPARC).
La CETS exige la puesta en marcha de una estrategia emanada de un plan de acción participado  y consensuado por agentes públicos y privados. Sólo así en una segunda etapa se podría impulsar la puesta en marcha de paquetes de ecoturismo respaldados por las acciones de fomento de la Secretaría General de Turismo.
            Se trata, es suma de una iniciativa transferible a otros territorios de Canarias, en las que las ofertas turísticas ligadas a espacios protegidos puedan madurar en participación,  articulación y coherencia.

[1] Gloria Barba Bernabé desempeña la función de Subdirectora General de Calidad e Innovación Turística de la Secretaría General de Turismo.
[2] Una interesante herramienta metodológica para diseñar y aplicar proyectos de senderismo se encuentra en “La valorización del turismo de senderismo en los territorios rurales” editado por el Observatorio Europeo LEADER. En ella se recogen 11 experiencias europeas que sirven de referencia.

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